El mando único. Mitos y realidades
Atender y resolver las necesidades de seguridad pública, recae única y exclusivamente en los poderes ejecutivos sea federal, estatal o municipal. De ahí que el mando único de la policía, consiste en reformar el sistema de mando de todas las corporaciones de policía en el país en el sentido de delegar en una sola persona la responsabilidad en su conducción, planeación y operación. Que en este caso, se busca recaiga en la secretaría de gobernación.
Por lo que la aprobación del mando único, no era sólo una cuestión de reforma constitucional, sino un tema de voluntad política, donde la clase política gobernante tenía que llegar a consensos y acuerdos. Situación que ya sucedió, y se vio reflejado en la reciente reunión de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), en la que los gobernadores de todo el país, que provienen de distintos partidos políticos, aprobaron y manifestaron su adhesión al mando único. Escena política que ha sido vista, como un logro del gobierno de Peña Nieto, sobre todo si se toma como referencia que Calderón, no pudo construir acuerdos políticos que involucraran a todas las fuerzas políticas, incluyendo las de su propio partido.
Sin embargo, y más allá de los acuerdos políticos, debemos tener claro que la aprobación y en su momento implementación del mando único, no es una solución inmediata, ni automática al problema de la inseguridad pública en que se encuentran gran parte los estados y municipios del país. Ya que hay otros elementos que debemos tener en cuenta y que van de la mano, y deben ser atendidos de inmediato, la “CORRUPCIÓN E IMPUNIDAD”.
De hecho en palabras del titular del poder ejecutivo federal, “ningún esquema de seguridad funcionará si no existe un sistema de impartición de justicia eficiente”. Lo cual es cierto y por ello debemos insistir en decir “que ningún delito quede impune, y que ningún inocente este privado de su libertad”.
Por otro lado, si podemos decir, que el mando único, es un primer paso para atender el problema de la inseguridad, porque ya se está mirando la problemática desde un enfoque integral, y ya no solo como un problema aislado que solo ocurre en algunas regiones del país. Además, debemos mencionar que la implementación del mando único, es un una señal de que la instancia encargada de la seguridad pública será la policía –como debe ser-. Lo que significa que paulatinamente el ejército tendrá que salir de las calles. Lugar en el que estuvo los últimos años durante el sexenio de Calderón, realizando actividades que no le correspondían. Situación que a la postre derivo en un aumento en 500% de violaciones a derechos humanos.
Para nuevas policías, nuevas instituciones
Ahora lo que sigue, es garantizar que la concentración de facultades y responsabilidades, funcione, para ello se debe construir una policía moderna y funcional. En la cual sus integrantes estén mejor pagados, mucho más preparados, recompensados y continuamente capacitados. Y lo más importante, es que sean los principales promotores e impulsores del respeto a los derechos humanos.
Nadie quiere más violencia, ni delincuencia, pero tampoco un exceso de la fuerza pública legítima. Por ello es sumamente interesante analizar lo que está ocurriendo en algunos municipios y regiones del país, donde están surgiendo grupos comunitarios, que se están organizando para hacerle frente a la delincuencia. Pues consideran, que han sido abandonados por un Estado que tiene la obligación de garantizar la seguridad pública. Esta situación debe verse como una manifestación de descontento social, pero sobre todo como una oportunidad para involucrar a todas aquellas personas activas e interesadas en combatir a quienes están lacerando el tejido social.
La seguridad pública, una tarea en la que somos participes todos y todas.
“Por una sociedad libre de discriminación y de violencia”
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